Artículo: ¿Viene PISA del verbo ''pisar''?


Es un hecho que el tan afamado informe PISA es el principal exponente en cuanto a jerarquizar los sistemas educativos de distintas nacionalidades. Realizado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), el informe PISA evalúa a todos los alumnos de 15 años de edad cada trienio. Lo particular de la prueba es que no examina materias escolares, sino que evalúa el conocimiento que poseen los alumnos acerca de las competencias basadas en Lengua, Matemáticas y Ciencias Naturales, apartando a un lado el resto de campos de estudio. La finalidad del informe es, por tanto, identificar los problemas que agravan a la educación de cada estado con el supuesto fin de mejorar la calidad de la misma.

Nada más lejos de la realidad, el objetivo del informe se reduce a elaborar un ranking entre dichos estados participantes. Así pues, Santos Guerra (2008) plasma en su artículo un reflejo de la sociedad internacional, y más concretamente, española: de la misma forma en que la clase alta pisa a la media, y la media a la baja, los países se superponen los unos sobre los otros. Lo que podría ser una oportunidad de revisar nuestros errores y actuar para arreglarlos deriva en un constante ''tú más'' internacional, un desprestigio por parte de los países ''superiores'' respecto a los ''inferiores''.

Según la OCDE a través del informe PISA, nuestro país adolece de poseer un cuerpo docente mediocre al que se suma el mínimo esfuerzo de los alumnos debido a la implementación de la LOGSE (cuya exigencia era mucho más laxa que la LODE). Pero como bien dice Santos Guerra (2008), el informe solo tiene en cuenta los resultados, dejando a un lado todo el proceso educativo. Así pues, el país X que en la penúltima prueba PISA estaba en el puesto nº 38 y en la última prueba ascendió al puesto nº 35 seguirá sufriendo el desprestigio de su sistema por estar a tan bajo nivel, sin tener en cuenta que ha escalado tres puestos. Realmente, la OCDE no evalúa a los alumnos, sino que los califica directamente sin tener en cuenta ritmo de aprendizaje de los estudiantes o la situación en que se encuentran.

Visto lo visto, podemos apreciar que el informe PISA contribuye indirectamente a la desigualdad entre países, y la consecuencia es nefasta: para ascender en los rankings y obtener el prestigio deseado, el sistema educativo pone énfasis en la preparación del alumnado de cara al informe. Esto se puede apreciar fácilmente leyendo el preámbulo de la LOMCE (2013):

  1. [...] La educación es el motor que promueve el bienestar de un país. El nivel educativo de los ciudadanos determina su capacidad de competir con éxito en el ámbito del panorama internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por un futuro mejor. [...] Uno de los objetivos de la reforma es introducir nuevos patrones de conducta que ubiquen la educación en el centro de nuestra sociedad y economía. La transformación de la educación no depende sólo del sistema educativo. Es toda la sociedad la que tiene que asumir un papel activo. La educación es una tarea que afecta a empresas, asociaciones, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, así como a cualquier otra forma de manifestación de la sociedad civil y, de manera muy particular, a las familias [...]


Desde luego, el texto goza de una creencia mesiánica dirigida al desarrollo íntegro de la persona, pero es interesante apreciar cómo se hace hincapié en el crecimiento económico y la afectación que tiene la educación en empresas. Es,ciertamente, un texto que aboga por una educación de calidad, pero del dicho al hecho hay un trecho del que nuestro sistema educativo se ha escindido. Así pues, apostando por el crecimiento económico, la administración pública educativa ha tomado medidas para mejorar los resultados en el informe PISA, como lo son, por ejemplo, obligar a los profesores a conceder el aprobado a alumnos cuya calificación sea de 3 sobre 10 en adelante, o más directamente, a decir a los alumnos con peores resultados académicos que se abstengan de asistir a clase el día en que se realiza la prueba, consiguiendo así engrandecer la diferencias entre alumnos y desvalorizar la educación dirigiéndola hacia la consecución de resultados favorables en el informe.


Como todo, el informe PISA no es el culpable, ni siquiera la OCDE. El error cometido, como muy bien expone Santos Guerra (2008), es dar una importancia exacerbada a la prueba y sus resultados, consiguiendo así favorecer las desigualdades y desprestigiar el sistema educativo adaptándolo a un examen trianual cuyos resultados distan mucho de la realidad de un país y, más concretamente, de los adolescentes y sus vidas aún en construcción.

© 2016 C/ Profesor Vicente Callao, Granada
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